28/10/10

HISTORIAS DE AKAKI, HISTORIA DE J.

J. es la madre de un bebe de la guardería de Abugida.
J. tiene una historia muy triste.
Vive en un arrabal de Akaki con su madre y sus dos hijos. Estos dos hijos son fruto de las violaciones sistemáticas que  J.  sufría cada vez que salia a la calle por parte de unos vecinos, siempre los mismos.
J. se fue sumiendo en una fuerte depresión. Y en Etiopía, si estas deprimido ya te catalogan de enfermo mental, loco o loca te llaman. Y ya no te quitas esa etiqueta de encima. Además  en este caso a los tipejos violadores les convenía que   J. tuviese fama de loca.
Así, cuando les acusaba, ellos podían decir: "Es que esta loca".
Hasta la madre   decía que su hija estaba loca.
Conocimos a J.   cuando hicimos el chequeo a los bebes que tenían que entrar en Abugida.  Ella nos impresiono fuertemente, parecía que estaba en estado catatónico, la cabeza baja, no hablaba, no se movía. Nos  decían: "Ves, es que esta loca".
Indudablemente   tenia todos los síntomas de un shock postraumatico.
En un país donde la violación es un acto frecuente y donde las mujeres son casi nada -   y las mujeres pobres absolutamente nada-  las víctimas son  encima  catalogadas de problemáticas o locas, mientras los culpables campan la mayoría de las veces a sus anchas con total impunidad .
Una profesora de Abugida que vive en el mismo barrio - casada con un policía- se encargaba de llevar al niño de  J.  a la guardería de Abugida, para que ella no tuviese que salir de casa.
Pero la necesidad le hizo salir, y vino a Abugida a decirnos que no tenia dinero. Sus posibilidades de trabajar- con la fama de loca que le habían puesto- eran  nulas.
Así que la empleamos en Abugida de comodín. Es decir, ayuda en donde hace falta: limpieza, lavandería, etc.
 Y esta feliz. Y en su barrio saben que trabaja en Abugida, lo que le da un nuevo status. Y de repente también es valiosa para su familia.
Ahora J. mira de frente y habla. Su horario termina antes de que su hijo salga, pero ella prefiere quedarse haciendo cosas en la escuela hasta la hora en que recoge a su hijo. Y juntos se van para su casa.
Y J. ya no es  la loca,  ahora es   la que trabaja en Abugida.
Esta es una historia con final feliz, pero cada día acuden a Abugida en busca de trabajo y de ayuda montones de madres para que sus hijos entren, para conseguir un trabajo.
Ojala pudiésemos hacer más por mas personas.
Tenemos siempre una sensación agridulce, dulce por lo que podemos hacer , y agria   por lo que no podemos .